lunes, 25 de abril de 2011

Grandes Coros (I): Va pensiero, viva Verdi!!!




Ópera: Nabucco, estrenada en 1842 en la Scala de Milán.



Autor: Giuseppe Verdi, sobre libreto de T. Solera basado en el antiguo testamento y en Nabuchodonosor, de F. Cornué y A. Bourgeois.


Gota: Esta semana queremos dedicarla a algunos de los grandes coros de la historia de la ópera, y claro, empezar por Verdi nos parecía obligado. Los artistas sublimes, los creadores que trascienden su tiempo y entran en la eternidad, suelen sumar al genio creativo su condición de catalizadores y amplificadores de la realidad social que les tocó vivir. Hasta tal punto cumplió Verdi ese rol, que terminó por ser uno de los principales iconos del proceso de unificación de Italia del que ahora se cumplen 150 años. VIVA VERDI escribían los italianos por las paredes, un acrónimo que bajo un supuesto fervor melómano escondía el anhelo por la unidad de Italia bajo el reinado del rey Vittorio Emmanuel: VIVA VERDI = VIVA Vittorio Emmanuele Re DItalia. Todo empezó un 9 de marzo de 1842. Milán, todavía en manos austriacas, asistía al estreno de Nabucco, la tercera ópera de un prometedor compositor: Giuseppe Verdi. Parecía que sólo iba a ser una obra más, pero llegó el tercer acto y con él la magia: Va, pensiero, sull'ali dórate… Los milaneses, hartos de dominación extranjera y henchidos de deseo por construir un estado propio junto a sus hermanos italianos, sintieron que aquél canto, que aquel lamento del pueblo hebreo que añora su patria, no era sino una expresión de su propio llanto, de su propio anhelo de construcción nacional, y lo convirtieron en un himno de lucha. Había nacido un mito, Verdi, y pocos años después un estado, Italia, bajo el reinado de Vittorio Emmanuel I. La historia culmina casi 60 años después, en 1901, cuando en una fría mañana de enero todo Milán se echa a la calle para dar su último adiós al maestro Verdi, y al pasar el cortejo fúnebre, de manera espontánea, el pueblo comienza a cantar: Va, pensiero, sull'ali dórate… 
El montaje del Metropolitan, con su habitual vehemencia escenográfica, soberbio y con bis incluido.

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